"Como un atleta bien entrenado, me sentía tranquilo e intranquilo a un mismo tiempo, seguro del resultado final pero nervioso, inquieto, impaciente, conque, después de haber lanzado algunos fuegos artificiales, empecé a pensar en la artillería ligera."
Henry Miller – The Rosy Crucifixion: Sexus (1949), Plexus(1953), Nexus(1959)
Pocas
veces unas simples líneas han descrito tan bien parte del cúmulo de sensaciones
que tengo antes de afrontar una competición. Uno no las tiene por el mero hecho
de inscribirse en un evento, todo empieza antes, mucho antes, realizando
durísimas sesiones en las que son muy pocos los que de verdad comprenden qué
está pasando.
El
cuerpo humano es una máquina perfecta, y tan brutalmente preparada para
sobrevivir que es tremendamente cruel con sus dueños. Hay que domarla, a veces
con violencia y a veces con mimo, para hacerla funcionar de una manera distinta
a la estándar. Lograr esa metamorfosis y darse cuenta de ello es simplemente
bestial. Y para mí eso es lo
más bonito que tiene el deporte. Así que cuando afirmo que me muchas veces me satisface más
entrenar que competir no lo digo por decir.
El
sábado todo empezó a las 6am y terminó a las 14:23. Ese es el resumen simple desde el punto de vista
del reloj.
Pero
eso no era el inicio real, éste
empezó hace justo 1 año y 1 mes y este periodo de tiempo me ha
confirmado a mí mismo que sí, que he domado en parte a mi cuerpo y que mi
metamorfosis va por buen camino
(aunque me queda un largo camino hasta convertirme en una cucaracha invencible).
El sábado me reafirmé a mí
mismo lo que ya sabía: soy de nuevo un atleta después de 5 años en la más total
de las ausencias, bueno, en realidad ya soy un triatleta de media distancia.
¿La
competición como tal? pués ahí va el rollo (espero que al menos el mister se lo
lea J )
En el agua fuí capaz de orientarme bien y de colocarme decentemente en una salida de más de 400 triatletas, sin violencia, siguiendo pies a ratos cuando me convenía y marchandome de gente cuando me molestaba.
Y las transiciones ya no tienen el punto de aventura que tenían, son una rutina más y correr sin las zapas de bici se agradece.
En
la bici he sido capaz de gestionar el esfuerzo por primera vez y cambiar el
ritmo a medida que iba transcurriendo la prueba y tenía tiempo de analizarla: A
33 de media por el paso por Pollença, el puerto regulando y bastante tranquilo, demasiado tal
vez. Bien bajando, recuperando
la media en los tramos dónde debía y manteniendo en los que eran más duros
hasta que al final decidí levantar
el pie los últimos 10km por si acaso. Pero hay una diferencia muy grande entre
hacerlo porque uno lo decide a hacerlo porque uno ya no puede más. Disfruté y en un arrebato de euforia me
vi como un rodador infernal en el futuro (y aunque sé perfectamente cómo lograrlo, no
sé si tendré nunca el tiempo libre suficiente para ello).
Y Corriendo… qué gusto he pasado! Reconozco que ha sido un rodaje en toda regla en lugar de una “competición”, pero esto ha sido lo que más me confirma que el caballo eléctrico se está domando. La sensación de que de ese modo puedo aguantar 10km más (15?, y 20? ufffff ya empezamos J ) no tiene precio… le doy más importancia a eso que no a correr en 4’40 en lugar de a 4’55 como lo hice. ¡Necesitaba esa confirmación y llegó!
Primera vuelta a ritmo confirmando que la bici no me ha perjudicado, el estómago está perfectamente y que el medio iron está en el saco. Segunda vuelta concentrado en el calor (ya sé que mis pernas están bien y le doy de verónicas a los calambres que se asoman con garbo y maestría) y tercera vuelta chuleando y corriendo con la zancada un poco más amplia más que nada para vacilar delante de la cantidad indecente de triatletas que había ya en el circuito y a los que pasaba.
Y
el calor estaba allí, tal y como había deseado. Muy cabrón y subiendo y
subiendo brutalmente como en mis mejores recuerdos, como en los buenos tiempos,
como en los tiempos de los 50 segundos! (aunque no poté a la llegada)
Sóm
es puta gall! les grité a
mi padre y a mi mujer a falta de menos de 1 km y corrí totalmente emocionado hasta el final… como cuando Henry le disputa el
sprint al campeón del mundo de ciclismo en una carrera por Long Island y pierde, pero lo realmente
importante es como el campeón le da unas palmadas y le dice “muy bien muchacho,
muy bien” y confirma sus propias sensaciones.
Daddy is back!