Thursday 14 February 2013

¿Por qué corres?


Ayer en cada kilómetro que pasaba en cada uno de los dos 4 miles que realizamos, el cansancio se acumulaba lentamente pero me sentía cada vez mejor…
Paavo Nurmi

La verdad es que hay días, bueno en realidad momentos puntuales durante determinados entrenamientos o competiciones, en los que cada zancada me supone un placer infinito. Es una sensación extraña y tampoco me sucede muy a menudo. Correr me gusta, siempre me gusta, pero estas sensaciones son un no sé qué diferente.

Hoy después de ver un video precisamente sobre el entreno de ayer y leer los múltiples comentarios que la gente hacía sobre él me ha venido de repente a la cabeza la pregunta que siempre nos hacen multitud de veces, ¿Por qué corres?

Mi respuesta normalmente siempre ha sido bastante llana y simple: Porque me gusta, igual que a uno le gusta un plato de paella y a otro uno de callos, o a uno le gusta el chorizo y a otro no. Y al igual que la gente no da respuestas filosóficas para explicar esas cosas pues tampoco yo la doy para correr. Corro porque me gusta y por supuesto porque me sale de los huevos (esto último lo añado según el interlocutor y mis ganas de provocar… o sea, casi siempre.)

De hecho siempre me han parecido una cursilada todas estas respuestas filosofando sobre algo tan simple y sencillo como correr, y mitificarlo me parece algo totalmente sin sentido. Porque correr es una cosa simple y sencilla que se hace desde hace miles de años y punto.

Pero debo de haberme ablandado y la verdad es que no me he dado cuenta y me he sorprendido a mí mismo filosofando sobre ello. ¿Cómo podría no dar una respuesta tan borde la próxima vez?, ¿Tengo realmente motivos para correr?, Y si los hay ¿Podría explicarlos? Y si intento hacerlo, ¿Me entenderá alguien que sólo haya corrido en su puta vida para cruzar un semáforo en rojo? ¿y me entenderán los que sí corren? (puede que ni ellos).

Y me ha dado por ahí... y al final me he dado cuenta de que corro por un simple acto de egoísmo. Corro por mí y por nadie más.

Corro para poder añadir una colección de instantes personales conmigo mismo que soy totalmente incapaz de explicar con palabras pero que me producen una felicidad infinita, y corriendo, aunque muy pocas veces, lo consigo. No tiene porque estar relacionado con la competición, ni con la velocidad, ir más rápido o más lento, más lejos o más cerca, ni con superar un reto o mis marcas, aunque a veces sí. Pero el único denominador común de todos estos instantes ha sido y es: estar corriendo.

Estos instantes son tan únicos que se me quedan grabados para siempre en la memoria. Llevan asociados ciertos días que recuerdo con cariño y me ayuda a recordar con especial cariño a la gente que estaba justo al lado corriendo al mismo tiempo (si es que había) cuando pienso en ese día también…

Estos instantes a veces los consigo haciendo otras cosas en la vida, por supuesto; mirando a los ojos fijamente a una persona durante minutos sin cruzar una palabra, tomándome un décimo gin tonic con un amiguito cargado de buenas o malas inenciones, durante el tiempo que he tardado en cobrar una buena pieza pescando,... pero aquí hablamos de correr y de tonterías similares. 

Y ayer, otra vez (torna, torna-hi), el último mil me gustó tanto que creo que voy a rescatar mis viejas zapatillas de clavos y llevarlas en el coche perennemente para volver a correr con ellas en el próximo entreno similar (aunque sé que no debería y tampoco creo que me dejen hacerlo, ¿o sí Mr. Muñoz? ). A ver si así puedo acumular otro instante de felicidad volviendo a dar 2 vueltas y medía más rápidas todavía pero escuchando los chasquidos de los clavos porque el viejo tartán está destartalado, aunque me importa una mierda el tartán, porque estaré corriendo.


 ¡Ah, y sigo corriendo porque me sale de los huevos!